"Acumelen tesoros en el cielo, porque allí donde tengas tu tesoro, tendrás también tu corazón". Lc.12.33
La oración nos ubica en nuestra realidad más autentica, es decir nos mueve y conduce desde la tierra hacia el cielo que es donde pertenecemos.
Nos recuerda que hay un mundo futuro hacia donde vamos. Y si en ese instante eterno de oración, nuestro corazón reposa en el Sagrado Corazón de nuestro Señor, quizás podamos experimentar de lejos, "Aquello que nadie vio, ni oyó y ni siquiera pudo pensar".
San Pablo no pudo haberlo expresado mejor:
"Busquen los bienes del cielo. Tengan puesto el pensamiento en las cosas celestiales y no en las de la tierra". Col.3.1-2
"No tomen como modelo a este mundo. Por el contrario, transformense interiormente renovándose". Rom.12.2
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